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sábado, 11 de junio de 2011

El escepticismo difícil de Dana Scully



LOS EXPEDIENTES X son una de esas cosas que ocurren una vez por generación. Quizás se trate del único digno heredero de la serie The Twilight Zone, en una familia numerosa donde no faltan querellantes. Sostienen, no obstante, una identidad cívica opuesta. Mientras que the Twilight Zone era una suerte de escape de la uniformada sociedad estadounidense de la postguerra, The X files proyecta el desencanto de ese país por la clase política, la cual miente decidida y repetidamente a sus ciudadanos –como lo diría el personaje Alex Krycek: “En nombre de la seguridad nacional” Si la serie se desenvolviera ahora seguro habrían dedicado un capítulo a Julian Assange de Wikileaks

La Agente Especial Dana Scully
Mujer misteriosa de mirada matemática, tacones astronómicos y sobria gabardina; con frecuencia la luz directa pero limitada de una  linterna es su única guía en el oscuro callejón, en lo desconocido, en lo inimaginable, en lo que no podemos ver con la claridad de la real sino con la lupa de la imaginación Es el escepticismo difícil de Dana Scully. Su integridad no solo soporta a toda la serie, sino en realidad a todo el trabajo de su compañero, el crédulo Fox Mulder.


Scully conoce los expedientes X
Con una licenciatura en física (su tesis: “La paradoja de los gemelos de Einstein, una nueva interpretación”) y un doctorado en medicina, Scully era una ñoña…, ¡pero una ñoña con pistola! Habría ascendido astronómicamente en la cadena de mando del FBI de no haber sido elegida para desbancar las investigaciones de un psicólogo de Oxford y criminólogo de nombre Fox Mulder. El chiflado se encerraba en el sótano del edificio Edgar Hoover en Washington, y desde ahí declaraba la guerra al gobierno, decía revelar conspiraciones e intrigas, y ponía en vergüenza a las verdades de la ciencia. ¡Ahí nomás!

 Para la mayor parte de Buró, “Spooky” (“escalofrío”) Mulder, que era como se lo decían en la cara, no era sino un auténtico Freak tolerado por la oficina merced a su éxito en la aprensión de peligrosos criminales, y cuyo talento era indiscutible. En nada suponían que la basura en la que “perdía el tiempo” era una seria amenaza para un gobierno creando mentiras para enterrar verdades.

Es de suponer que “El Fumador” un oscuro personaje del cual nunca tuvimos certeza de su nombre real, fue el padrino de la unión entre Scully y Mulder. Todo lo que pudiera decirse de Mulder, era lo contrario de Scully: uno era impulsivo y emocional, la otra racional y calculadora. Scully era ortodoxa, Mulder disidente. Alguien con la integridad de la doctora era la persona correcta para desenmascarar científicamente la falsedad del trabajo de Mulder.

Sólo que Scully era más que una ñoña con pistola. Y fue justamente la legitimidad de Scully lo que representó un revés para las oscuras intrigas palaciegas. Ella podría no comprender todo lo que ocurría –y sin duda, no estaba de acuerdo con las conclusiones a las cuales llegaba su compañero- pero no lo necesitaba para descubrir que Mulder estaba tras algo importante.

Su creador, Chris Carter y compañía, juraban que la serie se enfocaba en Mulder, pero muy pronto surgió amplia evidencia de que las cosas interesantes ocurrían a su compañera. En la segunda temporada Scully es raptada por extraterrestres, o así se sugirió, mientras la actriz Gillian Anderson tenía a su hija. Más tarde su hermana es asesinada por el inefable personaje de Alex Krycek;  Scully desarrolla un cáncer en un drama fascinante que uno piensa pudo haber tenido un papel mucho más definitivo en el desenvolvimiento de la serie (por no decir nada de una supuesta hija suya, de la que después ya nadie quiso acordarse). Scully vivía todo esto sin faltar a su obligación de soporte escéptico y emocional de su compañero.    

La escéptica


Como escéptico Scully me llena de una profuna ambivalencia. A la fecha, no recuerdo haber visto en la televisión otro personaje femenino personalizando como ella la cultura, el conocimiento, la inteligencia, la razón. Han habido muchas más desde entonces. La doctora “Bones” como un ejemplo que se me ocurre de inmediato. Pero Scully fue una verdadera pionera. Como la Dale Arden de Flash Gordon, Scully podía fácilmente abandonar el laboratorio, amagar malosos con su arma, perseguir sombras en un callejón y hacerse la descarada con su jefe, el subdirector Skinner, gritonéandole uno que otro debate intelectual.

Más confuso es su legado al escepticismo. Hollywood siempre presenta al escéptico como un estorbo en el desarrollo de la trama, e incluso como la causa misma de que todo se complique. Así ocurre. En Hollywood una actitud cauta no evita problemas sino que los aumenta: “Tengo miedo de creer”, llegó alguna vez a musitar la guapa peliroja” De esta manera, al negar los flagantes eventos alrededor suyo, el personaje contribuyó a promocionar la imagen del escéptico como alguien cerrado y sin imaginación.

Empero, creo que el papel de Scully ha hecho mucho más bien que mal. Inspiró a muchas jovencitas a ser más que bonitas, a verse a sí mimas educadas, brillantes y dedicadas como la doctora Scully.

“Lo que encuentro increíble” musitó en el capítulo Piloto “es cualquier noción de que necesitamos respuestas más allá del reino de la ciencia. Las respuestas están ahí, solo debes saber dónde mirar.”

¡Te extrañamos, Starbuck!


Un video que hice de Santa Scully hace algunos años..

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